21.5.13

120. Danny Boy.

Sigues ahí, escondido en las profundidades de mi ser, o al menos eso creía yo.
Emerges a la superficie, y me pillas de sorpresa, con la guardia baja. Lo peor de todo es que tu recuerdo siempre viene acompañado del amargo regusto del primer amor.
Pasarán años y años, pero siempre quedarás ahí, una espina que no puedo arrancar.
Te arranqué y lancé lejos de mi ser, convencida de que no te echaría de menos, de que otros ocuparían tu lugar y que quedarías enterrado en los recovecos de mi memoria, pero cuan equivocada estaba.
A día de hoy, no sé, podría mentir y decir que te he superado, pero no creo que sea del todo capaz, ya que a veces cuando nuestras miradas se cruzan siento que una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo, siento que vuelvo a ser una cría, cuya mayor preocupación era hablar contigo todas las tardes por Messenger, me siento como en casa.
Ah, eres tan afortunado de mantenerte en la inopia, en lo que se refiere a esta sarta de estupideces. 
Danny Boy, me recuerdas a un poema que ya no recuerdo, una canción que jamás existió, y a un lugar al que, probablemente, nunca haya ido.
Oh, Danny Boy.

20.5.13

Neh.

Exámenes, trabajos, más exámenes, todo ello aderezado con una amarga mezcla de desgana y tristeza.
A lo mejor no es tan mala idea lo de ir al psicólogo.
Siento no haber tenido tiempo de escribir.

15.5.13

119. El día en que me vaya.

Cambios, cambios y más cambios.
Un año para que mi vida se vaya a pique y ya es decir, porque por el momento no va bien.
Sí, puede ser lo mejor, pero no para mi (psicológicamente hablando), me quedan muchas cosas por hacer aquí, muchas cosas por vivir. No me quiero ir joder, no los considero mi familia. ¿Tan difícil es de entender?
Quiero quedarme.

4.5.13

118. El principio del fin.


Y llegó.
Apareció ante mí el día que quería evitar, y todo gracias a él. Bueno, vale, en verdad fue mi culpa contarle a mi hermano lo de la autolesión y todo, pero he estado tres meses limpia y el lo sabía.
Pero no se fía y sutilmente se lo ha contado por teléfono a mi madre. No se lo dijo directamente, solo le dio "pistas" ¿Su excusa? "Como no estoy ahí para comprobarlo algo tenía que hacer"
No me jodas.
Bueno, en resumen, estuve casi dos horas hablando con mi madre, que en su inexperto diagnóstico ha clasificado lo mio como ansiedad. Pf. Vale, hablar con mi madre no ha sido tan malo, pero no quiero hacerlo con mi padre. Me aterra.
No quiero, joder. No quiero.
Después de esto vendrá el pedir leer todo el blog, vigilarme un poco más y probablemente *redoble de tambor* sesiones con el psicólogo. Lo veo innecesario. Yo ya estoy bien, ni siquiera tengo cuchillas con las que cortarme. Estoy bien. Pero al parecer son ellos los que tiene que convencerse de ello.