Emerges a la superficie, y me pillas de sorpresa, con la guardia baja. Lo peor de todo es que tu recuerdo siempre viene acompañado del amargo regusto del primer amor.
Pasarán años y años, pero siempre quedarás ahí, una espina que no puedo arrancar.
Te arranqué y lancé lejos de mi ser, convencida de que no te echaría de menos, de que otros ocuparían tu lugar y que quedarías enterrado en los recovecos de mi memoria, pero cuan equivocada estaba.
A día de hoy, no sé, podría mentir y decir que te he superado, pero no creo que sea del todo capaz, ya que a veces cuando nuestras miradas se cruzan siento que una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo, siento que vuelvo a ser una cría, cuya mayor preocupación era hablar contigo todas las tardes por Messenger, me siento como en casa.
Ah, eres tan afortunado de mantenerte en la inopia, en lo que se refiere a esta sarta de estupideces.
Danny Boy, me recuerdas a un poema que ya no recuerdo, una canción que jamás existió, y a un lugar al que, probablemente, nunca haya ido.
Oh, Danny Boy.