Ha pasado tiempo pero no consigo olvidar.
He tratado de bloquear los pensamientos, pero son como gritos envasados al vacío, que poco a poco me van dejando sin oxígeno para terminar ahogándome.
Pero, eh, lo estoy dejando. Poco a poco y no sin esfuerzo lo voy dejando. Soy más fuerte de lo que pensaba. Bueno, eso es lo que digo ahora, porque no sé cuando volveré a reventar, a permitir que todo fluya a través de incisiones en la piel.
Saldrán en forma de brillantes diamantes rojos que resbalarán por mis muñecas, hasta que termine con ellos. O terminen ellos conmigo y me encuentren en el suelo de mi habitación o del baño, con una cuchilla en la mano, en medio de un charco de sangre, pálida, y con las muñecas abiertas.
No sería un suicidio. Sólo una llamada de auxilio.
Porque esto me está machacando por dentro, dejando hemorragias internas en mi alma. Alimentándose de mis miedos y pesadillas. Acabando con mis sueños e ilusiones.
Llevo poco más de 20 días tranquila, acumulando malos pensamientos, sin fingir sonrisas porque estoy demasiado cansada para hacerlo, pero tranquila. Pero noto como van creciendo dentro de mi las ganas de evaporar esos pensamientos.
Romperé esa promesa de hablar con él en lugar de mutilarme, lo veo demasiado ocupado con sus cosas, y mi cosas no tienen porque arrastrarlo también a él. O a ella. Ella tampoco puede saberlo.
Soy un fraude como amiga y como hermana.
Pero no sé que más hacer.
Me decepciono a mi misma.