26.1.15

176.

Me hizo sentir ligera, brillante, cálida.
Me hizo creer que durante un minuto fui un rayo de sol.
Ligero y efímero.
Lo malo vino cuando me hizo caer de vuelta a la tierra.
Dolió.
Mi almohada quedó empapada en lágrimas, así como mis libros, mis hojas, mis sueños.
Lo peor de todo es que hizo que las palabras volvieran a fluir. Ganas de poder recolectar con esas palabras todo lo que me hacía sentir.
Durante un momento me hizo sentir que no estaba rota. Con un abrazo volvió a juntar todas mis piezas, las cuales volvieron a separarse cuando llegó el frío y dejó de hablarme.
Está de paso en mi vida, lo sé más que de sobra, pero me niego a olvidar y a perder todo lo que me dio en tan corto espacio de tiempo.
Tres semanas en las nubes. Nubes que después se han tornado oscuras y que han hecho de mi vida un caos lleno de tormentas y mares de lágrimas embravecidos.
Está bien.
No dejo de repetirme una y otra vez que todo está bien.
Me siento bien, pero en cierto modo me ha dejado hueca y azul por dentro.
Hueca y azul.
Pero feliz de forma algo agridulce.

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